Hace más de dos años empecé una nueva carrera desde la nada, decidí tomar el reto de convertirme en desarrolladora de software. Nunca fui una persona tecnológica ni apasionada por la industria, mucho menos una geek. En esta transición he conocido a muchas que están en este camino y hemos compartido algunas experiencias, principalmente la frustración y a la vez el deseo inmenso de lograrlo. Para muchas, como para mi, empezó como un reto personal, cuando todos dijeron que no lo lograría y que sólo era un pasatiempo. Las ganas de lograrlo pudieron más y creo que después de tanto tiempo, no lo hubiera logrado sin ese imenso deseo de conseguirlo.

Siempre he sido una amante de las letras, de los textos simples de esas palabras llenas de emoción. Una de mis grandes pasiones es escribir y todavía lo sigo haciendo, sólo que ahora en código. Programar es escribir, solo que en un lenguaje que entiende la máquina, que te permite controlarla y darle órdenes que sólo ella entiende. Debes entender la sintáxis, cuidar la redundancia, no caer en exageraciones y ser conciso. Además de la increíble sensación de crear algo de la nada y el poder controlar la máquina. Mis primeros pasos los di con Python y un curso en la plataforma Coursera. Con el paso del tiempo, las tareas se volvieron demasiado automáticas y las horas que tenía para dedicar a esta nueva actividad eran limitadas.

Una de las partes fundamentales de mi desarrollo fue encontrar un lugar seguro que me ayudara a construir confianza desde el inicio. La comunidad de Mujeres en TI se empezó a formar desde el 2013 con la llegada de ThoughtWorks a Ecuador. Los primeros eventos se hicieron con el objetivo de atraer mujeres que quieran aprender y que buscan el espacio para crecer en el medio. Y ¿por qué la importancia? El grupo no sólo me ayudó a impulsar mis deseos de seguir motivando mi curiosidada por la tecnología, me ayudó a crear una perspectiva del trabajo de la mujer en este sector y entender a lo que me estaba exponiendo. El estar en un ambiente que con personas que te cuentan sus experiencias, los retos y cómo salieron adelante, me hizo empatizar con esa lucha.

Entonces, se me presentó la oportunidad de desviarme totalmente de lo que venía haciendo los últimos 4 años para hacer algo que me apasionaba y que no conocía. ¿Si tuve miedo? Mucho ¿Dudas? Bastantes. Lo primero que pensaba es entender cómo este nuevo mundo podía convivir con mi carrera. Fue cuando escuché de algo que se llama Periodismo de datos, que aún sigue estando en mi radar y podría ser el siguiente paso, quién sabe. Las ganas de aprender fueron lo que me motivaron a lanzarme de cabeza.

Una vez dentro, sentía que estaba en una carrera contra reloj y que tenía la desventaja. Llevaba 4 años de desventaja con algunos compañeros, con otros tal vez más. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo saber si el camino que estaba tomando era el correcto? ¿Si estaba aprendiendo lo que necesitaba para crear esas bases?

Una de las primeras cosas que tuve que definir fue el lenguaje con el que empezaría a sentar las bases. Desde el primer momento Python me cautivó y sigue siendo el lenguaje que más me gusta. También incursioné con Ruby, pero tampoco resolvía mis dudas de conceptos de orientación a objetos. Entonces me presentaron a Java, que no es mi lenguaje favorito, pero considero es una buena herramienta para aprender. Al ser un lenguaje con una estructura muy verbosa, se hace más evidente llevar conceptos del libro a la práctica.

Para poder trazar una proyección de lo que quería hacer en tres, seis o doce meses, fue importante tener una persona que me guiara. Que tuviera el background técnico, que empatizara con mi historia y que sobretodo tenga ganas de enseñarme. Crear ese vínculo no es tarea fácil, pero tuve suerte. Empezamos a tener reuniones frecuentes en las que aclarar dudas y seguir compartiendo experiencias. Pero en cierto momento, eso dejó de ser efectivo. Entonces vimos la necesidad de tener un plan junto con objetivos más medibles y pequeños que permitan tener un feedback más rápido y poder saber cuál es el siguiente paso y poder sentir que me movía.

Una de las cosas que me ayudaron fue dibujar las cosas que quería hacer. Fue útil porque en parte visualizaba las cosas que tenía que hacer y además pude equilibrar el tiempo que tenía con todo lo que quería lograr.

Plan anual

Para poder saber si los objetivos que había plateado estaban llevándose a cabo hice una simple matriz para medir mis skills. Esta que tracé es basada en una escala personal, pero existen formas de medir habilidades probadas en el sector académico como la Escala de Dreyfus

Escala de Dreyfus

Después de dos años, he sacado varias conclusiones que creo pueden servir a muchas como motivación para seguir adelante:

  • No es una carrera de velocidad, sino de resistencia.
  • Todos tenemos algo que aportar.
  • Lidiar con el síndrome del impostor es vital.
  • Nada se consigue si no viene cargado de pasión.
  • Querer es poder.
  • Hacer oídos sordos y seguir de frente.

¿Si estoy convencida que fue la mejor decisión? Si ¿Si lo volvería a hacer? Una y otra vez. Creo que el poder romper mi propia burbuja me ha dado las capacidad de sentir que puedo hacer más y que siempre lo puedo lograr.

Este blog está basado en mi presentación realizada en el Latinity2015, el 9 de noviembre de 2015, en Santiago de Chile y se titula “Desarrollando Desarrolladoras”.